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Como ya viene siendo habitual, la Copa del Rey nos deja bastantes sorpresas al término de la jornada, como la que se produjo ayer en el Camp Nou o en la noche de hoy en Mestalla y el Nuevo Colombino. Pero es que es lógico, por mucho que se diga, que pasen estas cosas. Lo llevo diciendo en varios posts anteriores, esta competición se valora mucho cuando se gana y poco cuando se pierde. Es el comodín para muchos equipos que tienen otros objetivos importantes por los que luchar, y nadie llora cuando su equipo se cae de la lucha por ésta. Que la Copa del Rey fue la primera piedra de los seis títulos del Barça en su 2009 de oro es cierto, pero tampoco hubiera pasado nada si este trofeo no se estuviera exhibiendo por toda Catalunya junto a los otros títulos.
Ayer el Sevilla, con muchas bajas por cierto, puso en evidencia a un Barcelona que ya ha tomado por costumbre jugar con canteranos sí o sí, sea en Liga, Champions, Copa o Mundial de Clubes. Que en los últimos años hayan aparecido grandes estrellas como Xavi, Messi, Iniesta, Pedro o Busquets no quiere decir que sea de oro todo lo que reluzca. Véase a Bojan, por ejemplo, que a pesar de llevar años en el primer equipo no es ni mucho menos un fuera de serie. Tamopoco de todo lo que toque Guardiola no van a salir fuegos artificiales: Chygrinskyi, hasta la fecha, ha resultado ser un paquete en toda regla. Y que el Barça no es el mismo (desde septiembre, ojo) que el año pasado tampoco es ninguna novedad.